En el gran problema social que hoy vivimos hay varios segmentos que protestan, que deben ser tratados de manera diferenciada. Veamos.
Uno es el pequeño grupo de Dirigentes que buscan regresar al poder y que, desde atrás, incitan a la violencia al segundo grupo, el de jóvenes y no tan jóvenes Violentistas, que siguen sus consignas de ataque a la autoridad. Estos, muchos sin saber por qué luchan, están tan descontentos con el sistema que hasta arriesgan su vida para mostrarlo. Luego hay un tercer segmento, el de los Manifestantes, que salen a marchar sin ánimo violento, para básicamente expresar su posición discrepante con el Gobierno. Finalmente está un gran grupo de Silenciosos, que, sin ser activistas, se identifican con la frustración contra los políticos y el sistema que motiva a las protestas.
¿Qué sucede si para combatirlos se usa sólo fuerza bruta, como piden algunos? Ella podrá detener algún ataque, pero afectará sólo a los Violentistas y dará argumentos sobre brutalidad del Estado que los Dirigentes difundirán, haciendo crecer la indignación en los Silenciosos, algunos de los cuales se convertirán en Manifestantes activos. Justo la espiral de descontento que los subversivos buscan crear.
¿Qué hacer entonces? Sin duda controlar con fuerza a los Violentistas, pero evitando al máximo bajas fatales en los policías y en los atacantes. No solo porque toda vida es valiosa, sino también porque cada muerte alimenta la insurrección. Así los Manifestantes quizás tendrán menos motivación para marchar o controlarán que se haga pacíficamente. Junto con ello se necesita dar a todos, Violentistas, Manifestantes y especialmente a los Silenciosos, información sobre las causas reales de la situación, en su lenguaje y en los medios que realmente siguen, contrarrestando la desinformación que hoy difunden tan bien los subversivos. Además, recordando que a Sendero Luminoso sólo se le venció neutralizado a sus cabezas, toca hoy un trabajo similar de inteligencia para hacerlo con los Dirigentes.
¿Qué eso toma tiempo? Quizás unos días, pero atacando a ciegas se alarga más el problema. De hecho, luego habrá que trabajar con dos segmentos más: la prensa extranjera y la mayoría ciudadana demócrata pero inactiva. Por cierto, todo será solo un paliativo si en el mediano plazo no se enseña a elegir ni se mejora el funcionamiento del Estado.
Para cada segmento en esta crisis se debe usar entonces una fuerza distinta. La fuerza de la información para las mayorías descontentas, la fuerza del análisis para ubicar a los instigadores, la fuerza controlada para los violentistas, y la de la razón, para mejorar lo que se pueda. Todas fuerzas inteligentes, ninguna, fuerza bruta.
Les deseo una mejor semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
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