“Traduttore, traditore” (traductor, traidor), dicen los italianos para señalar que la esencia de un idioma no se puede traducir. Quizás eso explica muchos desentendimientos entre los peruanos que hablamos español y aquellos de corazón y lengua quechua. Lo comprendí, casi como una revelación, en tres experiencias que tuve la semana pasada de Fiestas Patrias. En
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