Un dilema que enfrentan las empresas es el relativo al entrenamiento de su personal, encontrándose posiciones diversas las cuales responden a varios criterios como son, el giro de la empresa, el puesto que ocupa el trabajador dentro de la misma, el potencial de crecimiento de este trabajador y, principalmente, la política que tengan al respecto.
Empecemos por aclarar qué es capacitar y qué es desarrollar, mencionando que se observa confusión con respecto a los términos.
La capacitación es la preparación de una persona o un grupo de personas para que puedan hacer de la mejor forma un trabajo específico, el cual es por lo general su trabajo actual. Se trata de dotar a la persona del conjunto de conocimientos o habilidades útiles para el corto plazo. A diferencia de la capacitación, el desarrollo es más individual y está pensado en la trayectoria futura del trabajador en la empresa. Es así que el desarrollo está enfocado en el largo plazo y tiene objetivos más amplios que tocan no solo conocimientos sino la mejora de comportamientos y habilidades. Como dijimos al inicio el dilema común en las empresas es si deben o no invertir en capacitación y, en especial en desarrollo y, si lo hacen, cuánto invertir y en quién invertir. Al respecto, hay algunos que piensan que esto es responsabilidad del trabajador y no de la empresa lo cual, a mi modo de ver, es errado ya que es responsabilidad de ambos. También hay otros que piensan que no vale la pena invertir en capacitar y, en especial en desarrollar al personal, si existe el riesgo de que se vayan una vez que se haya invertido en esto. Obviamente, si la empresa no tiene un buen ambiente laboral y no ofrece incentivos al trabajador para quedarse, las posibilidades de que éste se vaya son mayores. Respecto a lo dicho en el último párrafo quiero terminar con una frase de Henry Ford, fundador de Ford Motor Company, quien dijo lo siguiente: “solo hay algo peor que formar a tus empleados y que se vayan y es no formarlos y que se queden”.
Alberto Haito
Director de ARELLANO