Amigos como Orietta y Jaime, desde Suecia y Estados Unidos, me recomendaron el libro “Factfulness: diez razones sobre las que estamos equivocados acerca del mundo, y por qué las cosas son mejores de lo que usted piensa”, de Hans, Ola y Anna Rosling. Quizás porque veían allí un resumen de lo que también pasa aquí, donde las grandes mejoras del Perú y América Latina no se aprecian adecuadamente.
Hans Rosling, el médico y estadístico sueco creador de Trendalyzer, que con círculos muestra los datos económicos “vivos” en el tiempo, analizó en este libro el desarrollo mundial. Basándose en datos reales (‘factfulness’ significa “con la seguridad de los hechos”), contradice los cotidianos comentarios de medios y analistas sobre lo mal que van la sociedad y la economía mundial. Muestra más bien que el mundo está mejorando inmensamente, sobre todo en los últimos 50 años, en que disminuyó la pobreza y aumentó espectacularmente la esperanza de vida.
Ese es sin duda el caso en el Perú, donde mucha de la opinión pública se forma con incidentes no representativos de la mayoría. De hecho, comentarios como “¡No puede afirmar que la economía del Perú está mejorando si en Puno hay gente que muere de hambre!” o “¡Cómo puede llamar clase media a alguien que vive en un cono!” son frecuentes cuando presentamos nuestras investigaciones. Comentarios a los que Rosling, como nosotros, respondería que son situaciones que deben corregirse, pues no deberíamos permitir hambre en ningún lugar del Perú, ni deberíamos dejar que algunos crean que los “conos” son aún los lugares precarios de hace décadas. Pero, paralelamente, diría Rosling, y pensamos igual, está mal que esos problemas específicos tiñan de manera negativa nuestra visión de la realidad integral.
¿Pero por qué no mostrar también lo bueno que ocurre a la mayoría, en lugar de solo remarcar lo malo, que es lo que necesita corregirse? Al olvidar lo bueno que ocurre, podemos concluir erróneamente que se deben cambiar las grandes tendencias en lo que estamos mejorando en lugar de profundizarlas. Por ejemplo, es entendible la preocupación mediática sobre la corrupción en el Poder Judicial, pero casi nadie menciona los crecimientos de 7% y 6% del PBI en los últimos meses, que si se conocieran impulsarían más esa mejora.
En fin, creo que Hans Rosling, quien desgraciadamente falleció al terminar el libro, nos deja tres mensajes. Uno para los empresarios, que deberían decidir basándose en hechos, “facts”, más que en corazonadas o creencias. Otro para la población, que debería apreciar mejor los 20 años de crecimiento sostenido del Perú. Y el tercero para los analistas, que, más que optimistas o pesimistas, lo importante es que sean imparciales.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de Arellano y profesor en Centrum Católica