“Solo multar y castigar al ‘peruano desobediente por esencia’ no funciona”.
Las ciencias del comportamiento (o “behavioral sciences” en la jerga inglesa tan usada aquí) evitan guiarse por “corazonadas” o por prejuicios de sentido común, al explicar los actos de las personas. Para cooperar con las autoridades en la toma de mejores decisiones en esta crisis sanitaria, ellas nos ayudarán a analizar cinco razones, no excluyentes, de por qué muchos no siguen las reglas de salud que se ordenan.
1. Soy desobediente por esencia: Esta, que es quizás la explicación más difundida entre líderes de opinión, le echa la culpa a la supuesta esencia indisciplinada “de los peruanos”. No obedezco porque no quiero hacerlo, aunque ponga en peligro a todos.
2. No puedo obedecer: El racional aquí es que tengo necesidades más urgentes que la de protegerme del COVID-19. Si mi familia no tiene para comer hoy, no importa si podría morir de otra cosa mañana. Me arriesgo, porque el peligro real del hambre es más urgente que el peligro potencial del virus.
3. No sé cómo obedecer: Quiero cuidarme, pero la información me confunde. ¿Con 30 segundos de lavado de manos muere el virus pero debo hervir la ropa por una hora? ¿De qué material debe ser la mascarilla? ¿La puedo usar todo el día? Al final, por defensa mental, me encomiendo a San Judas y tomo agüita de kion.
4. No tengo condiciones para obedecer: Me encantaría cuidarme más, pero para abastecer a mi hogar debo ir al mercado. Y allí, para conseguir pollo o menestras, el desorden y la aglomeración me obligan a mezclarme. ¿Qué puedo hacer?
5. Desconfío de lo que me dicen: Autoridades y medios insisten en que si no me cuido, mi riesgo de morir es altísimo. Pero en un país con 500 fallecimientos diarios por causas diversas, tener 1.500 muertos en 120 días por COVID-19 es poco relevante. Yo he salido varias veces y no he muerto; y no he visto ningún muerto cerca. Ya no les creo.
Conocidas las causas que la motivan, se puede ser más eficiente al generar acciones para evitar la desobediencia ciudadana. Habría, por ejemplo, que afinar urgentemente el apoyo económico para que haya menos obligados a salir. Y si deben hacerlo, los ayudará una campaña clara y simple de cómo cuidarse, dirigida a todos los que no saben cómo. Para los que no tienen condiciones adecuadas, sería necesario mejorar infraestructuras y métodos; por ejemplo, en los mercados. Y para quienes dejaron de creer en los medios y autoridades, deberíamos buscar mensajes que, en vez de solo crear miedo, expliquen mejor el problema potencial.
Solo allí se verá por qué el solo multar y castigar al “peruano desobediente por esencia” no funciona bien. Pues es natural que sean muy pocos los que no poseen el instinto de supervivencia de todo ser humano. Que tengan una buena semana.