Colombia es un país espectacular, pero cuya imagen frente al mundo se ve maltratada permanentemente por una inexplicable tendencia a mostrar básicamente su lado oscuro. Veamos.
¿Cuál es la imagen que más representa a Colombia en el mundo de hoy? Probablemente para algunos será el cafetalero Juan Valdez, para otros quizás Shakira pero, para la inmensa mayoría, detrás estará la imagen de decenas de personajes ligados al crimen o al narcotráfico..
¡Qué lejos está esa imagen negativa, de reflejar toda la variedad de la vida colombiana! Ella no pone en valor a su gran diversidad cultural, muy africana en sus zonas costeras, indígena en sus partes andinas y europea en varias otras regiones. País con dos mares donde Cali, Medellín, Barranquilla y otras ciudades le disputan la primacía a Bogotá, haciéndolo el país más descentralizado de Latinoamérica.
Lejos también de hacerle justicia a sus universidades, pues tuve la suerte de enseñar en Los Andes de Bogotá y en Univalle de Cali, y vi lo que es quizás el mejor sistema universitario de la región. No se condice tampoco con el gran profesionalismo de sus empresas, que conocemos en nuestros trabajos con ellas aquí y en su país. Y por cierto, esa imagen refleja muy poco la calidez de su gente, respetuosa hasta en el usted que usan con más frecuencia que el tú al que aquí nos hemos acostumbrado.
¿Qué no tiene violencia ni graves problemas sociales? Sin duda los tiene, pero no para que se conviertan en su única imagen reconocida afuera. Imagen que, incomprensiblemente, se encargan de reiterarnos las series y películas sobre el narcotráfico, tema que parece obsesionar a los productores audiovisuales. Así, mientras Medellín se esfuerza por convertirse en un ejemplo mundial de desarrollo urbano, las múltiples series recordando al Medellín de Pablo Escobar destruyen ese esfuerzo. Y si Disney hace “Encanto”, un precioso film animado sobre Mirabel Madrigal, una joven que expresa la magia del campo y de las mujeres colombianas, series como las muñecas de la mafia o la muy reciente sobre la jefa narcotraficante Griselda Blanco, boicotean lo ganado. Esa imagen de peligro es tan fuerte que hasta sus publicistas, para atraer turistas, han debido reiterarla diciéndoles que el riesgo es que se quieran quedar.
No se cuestiona aquí el derecho a expresarse libremente, pero sí que los productores recurran a la facilidad del morbo, y no aprovechen la calidad artística que Colombia demuestra en su música, en sus tradiciones y en García Márquez. Si se propusieran esforzarse en cambiar esa imagen ganarían más, liberando de paso al pueblo colombiano del estigma que hoy le machacan. Y ganaríamos todos los latinoamericanos. Les deseo una buena semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio