Este 6 de julio se celebrará a los maestros y deberíamos celebrar también el día de la educación. Desgraciadamente la fecha llega en un mal momento de nuestro sistema educativo, que debiéramos cambiar. Veamos.
En el día del maestro del bicentenario nuestra educación presenta retrasos importantes frente al resto del mundo. Las pruebas internacionales como la de PISA lo muestran, aunque debe señalarse la buena decisión de nuestro país de participar en ellas (muchos no lo hacen) para tener el incentivo de superarnos y obtener las mejoras que hemos observado anualmente.
Nos toma también en un momento de pandemia, donde se ve claramente la poca importancia relativa que le damos a la educación, pues se hacen esfuerzos para fortalecer a las actividades productivas pero se relega a la enseñanza. Como lo dice el colectivo «volvamos a clases» se ha vacunado prioritariamente a muchas profesiones, incluyendo a psicólogos y veterinarios, pero no a los inmensamente importantes profesores. Así se tiene a millones de niños recibiendo información, más que clases, por radio y tv, o Internet para los más afortunados, perdiéndose años de desarrollo actual y futuro para nuestros niños y para el país. Eso sin contar el esfuerzo de millones de padres que deben asumir en su hogar tareas formativas para las que no están preparados.
Y vemos este mal momento también en la formación de los profesores, que en gran cantidad de casos deja mucho que desear. Alimentada por un círculo vicioso de bajos sueldos iniciales, poco interés de los jóvenes por participar en la carrera y un tiempo muy largo de desinterés gubernamental, la situación se complica por la negativa de muchos docentes a ser evaluados, impidiendo un sistema meritocrático que mejore el desempeño del magisterio.
Y no se puede hablar hoy de los maestros sin mencionar al profesor Castillo, que vería a menos gente gritando fraude electoral y pidiendo nuevas elecciones si hubiera actuado como profesor en su campaña. Si hubiera enseñado sus cartas desde el inicio del proceso en lugar de evitar participar en debates y en entrevistas donde pedagógicamente hubiera podido exponer sus ideas y sus propuestas, que son la razón del voto. No hay duda además que la oposición sigue siendo muy grande debido a su misma renuencia a enseñar sus verdaderos objetivos y planes para el país, dejando que una serie de supuestos representantes salgan a interpretarlo con voces opuestas y discordantes entre ellos. Gran oportunidad para que este 6 de julio el maestro Castillo haga pedagogía de la buena, y enseñe su verdad a los ciudadanos. Lo esperamos ansiosamente. Feliz día a todos los maestros.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
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