Con frecuencia, personas supuestamente informadas explican, y hasta justifican, el voto antisistema como una consecuencia de lo mal que le ha ido a la población. Creemos que se equivocan y que, más bien, opiniones así son en parte causantes de que ese descontento crezca exponencialmente. Veamos.
Sorprende leer y escuchar que se diga que el país no ha reducido la pobreza, ignorando que 40%, casi la mitad de los peruanos, dejaron de ser pobres entre el 2004 y el 2019. Por comparación, en ese mismo período, Venezuela pasó de 34% de pobres al ominoso 97% que tiene hoy.
Otras veces se dice que si bien la pobreza disminuyó, la desigualdad se incrementó. Pero los datos muestran que entre el 2004 y hoy, el 10% más pobre de la población incrementó su ingreso en 6% anual y el 10% más rico en 1,5%. Así creció la clase media en las ciudades y se duplicaron los salarios en todas las zonas rurales, que debían competir con la agroindustria por la misma fuerza laboral.
Siempre queda decir: “acaso no han visto a los que piden limosna en la calle”. Nadie duda de que existen, pero eso implica dudar de las estadísticas y basarse en la percepción individual. Es probable que haya errores en las cifras del INEI, las ONG, las empresas encuestadoras y las instituciones internacionales, pero para dudar de ellas debería haber otra fuente confiable alternativa.
Paralelamente, resulta muy dañino el que muchos líderes de opinión y medios se esfuercen en mostrar solo lo negativo que ocurre. ¿Cómo alguien va a pensar que el país ha mejorado si lo único que lee o escucha de este son las muertes violentas, los robos, las violaciones y los personajes corruptos? ¿De qué manera el joven de 20 años que sabe que está mucho mejor que sus padres a su misma edad, pensará que ha mejorado toda su generación? ¿Cómo el orgulloso empresario que se compró una máquina de coser sabrá que millones como él han podido superarse, incluso en la informalidad? ¿Por qué una ama de casa pediría que se apoye a las empresas si solo se habla de las que se portan mal y nunca de las que la ayudaron en la crisis del COVID-19?
¿Eso implica decir que estamos muy bien? Por supuesto que no, pero sí implica decir que vamos por el buen camino. Que nunca en la historia del Perú se dio una disminución tan marcada de la pobreza y de las diferencias sociales. Que nunca hubo provincias con tanta fuerza y tantos recursos, y que nunca tuvimos tantas reservas para comprar vacunas y dar bonos a los más pobres. Pero que por remarcar solo lo malo que ocurre, a veces sin sustento real, contribuimos a que este crecimiento no sea defendido y se quiera retroceder en todo lo avanzado. Para reflexionar.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio