Junto con la agroindustria y la minería, insisto como otras veces aquí, el turismo es la tercera pata del trípode del desarrollo futuro peruano. Pero para que funcione bien todos los ciudadanos, sin excepción, debemos sentirnos parte del “Hotel Perú”. Veamos.
A diferencia de la minería y la agroindustria, donde la satisfacción de sus clientes depende de calidad del cobre, los arándanos y otros productos, en el turismo, por ser un servicio, la satisfacción depende de los cientos de contactos que tienen los turistas con el país. Desde la publicidad que reciben, los comentarios de otros visitantes, el trato en migraciones, la atención de los taxistas, el orden del tráfico, la limpieza de las calles y la sensación de seguridad, su satisfacción depende de todo lo que ocurre desde que buscan venir, hasta que toman el avión de regreso.
Sin duda los turistas recordarán todo lo bueno que les pasó y esperaban encontrar, como la buena comida, la visita a Machu Picchu y la amabilidad de su guía. Recordarán aún más los detalles no programados como esos gestos de amabilidad gratuita de la gente, al ayudarlos a orientarse, explicarles un detalle interesante o simplemente sonreírles. Pero desgraciadamente recordarán más aún aquello que los molestó, como la estafa que les hizo un taxista, la comida que les cayó mal o, peor, el robo del celular y la displicencia del policía a quien avisaron.
¿Qué portarse bien es una tarea sólo para quienes trabajan en turismo? Lo sería si no fuera porque en la economía todo está relacionado. Que cada turista que llega deja casi 1,500 dólares en hoteles, restaurantes y taxis, que les sirven a éstos para comprar papas cultivadas por campesinos de Huaraz, sábanas y uniformes hechos en Gamarra, autos en los concesionarios, y pagar sueldos a camareros, mozos y cocineros que gastarán en ropa, comida y en colegios para sus hijos, pagando impuestos y moviendo miles de negocios en todo el país. Haga el lector su análisis y verá que también se ve beneficiado. De hecho, si en lugar de los 2.5 millones de turistas al año que recibimos hoy, tuviéramos, no los 85 que recibe España sino sólo 10 millones, el turismo generaría 50% más divisas que la agroindustria.
Para que eso ocurra más importante que nuevas leyes, o que los trabajadores del sector entiendan que al maltratar a un turista están matando su futuro, es que todos, todos, los peruanos empecemos a ver en el turismo una oportunidad inmensa de crecimiento. Pero para que eso funcione debemos comenzar a vernos como dueños del “Hotel Perú”, tratando de que todo turista se lleve la mejor impresión posible, para que regrese y nos recomiende. Depende de nosotros. Les deseo una gran semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio