Para los especialistas, el Perú, una sociedad muy desorganizada y a la vez con una de las economías mas estables de la región, es un imposible teórico. Ello sucede por 4 razones que muchos critican y que más bien todos deberíamos apoyar. Veamos.
Los grandes expertos “saben” que es imposible que un país con autoridades que solo duran meses en su cargo tenga una de las monedas más estables del mundo. Tampoco uno donde sus políticos se dediquen a buscar culpables y a destruir lo avanzado, pero mantenga un PBI creciente por décadas. O donde solo 1 de cada 4 ciudadanos paga impuestos, pero tenga reservas monetarias superiores a las de países donde todos tributan. Donde casi nadie tiene protección de las leyes laborales, pero presente muy bajos niveles de desempleo. O donde las protestas sociales sean permanentes, pero tenga el tercer menor porcentaje de pobres de América latina.
¿Por qué se dan en el Perú esos imposibles? Una primera razón son los buenos precios de nuestro cobre, plata, arándanos o paltas, que resisten mejor que muchos productos tecnológicos a los vaivenes internacionales. Mientras muchos hablan de la maldición de las materias primas, la minería y la agroindustria son aquí la bendición de nuestra economía.
Otra razón es la estabilidad de nuestra moneda, gracias al BCR dirigido por Julio Velarde, pues mientras nuestros vecinos se devaluaron en 300 o 400%, el Sol peruano hoy vale solo 15% menos que a comienzos de siglo. La autonomía institucional que muchos políticos critican porque no les permite (ab)usar de los fondos públicos, hace que miles de familias tenga bienes y servicios accesibles. Y a esta situación teóricamente imposible aporta el libre mercado, que, contra quienes gritan que la Constitución daña al pueblo, permite a cada cual procurarse ingresos según su esfuerzo y capacidad. Así, en vez de favorecer desigualdades, permite que los taxistas no pierdan todo cuando sube la gasolina, y que el agricultor no desparezca si su cosecha fue escasa.
Y detrás de los anterior, está la inmensa capacidad de los peruanos, los más emprendedores del mundo (casi una empresa por cada 2 familias), de solucionar sus propios problemas. Millones de familias que, con esfuerzo y creatividad, generan su propio empleo sin esperar el apoyo de un estado que saben que no funciona.
En fin, con materias primas poco apreciadas, autoridades monetarias criticadas, un libre mercado siempre atacado y millones de microempresas formales e informales menospreciadas, el Perú logra ese imposible, o milagro, que hoy sorprende al mundo. Ya es tiempo de dejar la crítica y más bien apoyarlos para lograr su máximo provecho. Les deseo una gran semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio