“El nombre nos dice, en una sola frase, de todo lo que se trata el programa”.
Hoy que algunos partidos políticos empiezan a pensar en cambiar de nombre, conviene hablar de los nombres de empresas, que sirven para identificarlas y atraer clientes. Aunque eso no siempre ocurre, como se verá en algunos ejemplos sobre los que les comentaré seguidamente.
Si se llama El Tramboyo, ¿pensaría en un restaurante de pollos a la brasa? Existe, en Lima, en San Martín de Porres. ¿Y qué piensa de la cebichería La Miel, en Santa Anita? Si le parecen nombres raros, vea entonces el chifa Eataly (suena a Italy) en el distrito de Lince. ¡Cuánta diferencia con el directo nombre del restaurante Tenedor con Cuchara, de la avenida Faucett!
Hablando de creatividad especial, nos sorprende ese ‘food truck’ llamado Apocatlipsis (sí, con ‘t’ al medio), quizá de un amante de los gatos. ¿Un sanguchito? ¿Le apetece el restaurante Alzheimer de la carretera Panamericana Sur, que promete “un sabor que nunca olvidará”? Anótelo, para recordarlo bien.
Y si le sorprenden nombres como el de la Picantería Ayacuchana Williams, que mezcla extranjero con bien peruano, quizá le sorprenda más la tienda de decoraciones Decord’s Wasi. Allí el inglés, y con apóstrofe, se mezcla con el suave sonido de casa en quechua (‘wasi’). Mistura pura de tradición y modernidad. Si le llaman la atención, visítelos, podrían ser muy buenos.
Pero no se trata solo del Perú, pues si en la Puerta del Sol de Madrid queda la conocida Farmacia Mata, quizá porque el farmacéutico no pudo cambiar su nombre, aquí, en La Parada, tenemos un caso aún más original. El puesto de pollos de J. Concha y su Madre. Existe, de verdad.
Y he visto por allí muchos ejemplos de marcas interesantes, como la de copias de ingeniería Harry Plotter, en Bogotá, la tienda de discos Rolling Store y la zapatería ¿Cómo Andas? en Ciudad de México. Y no deja de llamarme la atención lo atinado del nombre del programa radial “La hora del lonchecito”.
Ese nombre nos dice, en una sola frase, de todo lo que se trata. Nos dice en qué horario pasa, a la hora del lonche pues, en la tarde, tipo 4 p.m. Y nos dice que la música que transmite es de esa época en la que aún se tomaba lonche, por los años 60 y 70. Pero no es “lonche”, sino “lonchecito”, suave y cariñoso, con la delicadeza que tienen aquí sobre todo las señoras, que son las principales oyentes de esa música del recuerdo. Todo ello concordando bien con el tono amable del locutor hacia sus oyentes (“para ti esta canción, madrecita”), explicando quizás la longevidad del programa.
En fin, la próxima vez que busque un nombre para su negocio o partido, piénselo bien antes de bautizarlo. Lo ayudará a tener éxito más rápido. Que tengan una buena semana.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de ARELLANO y Profesor en Centrum Católica