Siendo las pequeñas empresas, a las que siempre apoyamos aquí, muy importantes para la supervivencia de millones de personas, no debemos olvidar las grandes ventajas que da a un país el tener empresas grandes. Veamos.
Al tener mayor tamaño las grandes pueden comprar insumos más baratos e invertir en maquinaria especializada para producir con menor costo y calidad más estable y cercana a las normas internacionales. Son también más fáciles de controlar por las autoridades, siendo muy bajo su nivel de informalidad tributaria. De hecho, por su eficiencia y utilidades, las 10,000 empresas grandes peruanas (como se cataloga aquí a las que tienen ventas de más de 10 millones de soles por año), siendo sólo el 5% del numero de empresas, aportan mucho más del 50% de los impuestos directos del país.
Paralelamente, ellas ofrecen mejores sueldos (incluyendo en el agro), y dan seguros, vacaciones y otros beneficios a sus trabajadores a quienes, por su número, pueden dar facilidades adicionales como lactarios, medicina ocupacional o zonas de descanso. Siendo generadoras de empleo para cientos de miles de peruanos, además tienen mayor fuerza para protegerlo frente a la competencia extranjera. Asi, sin ellas compraríamos más productos hechos fuera por grandes multinacionales, y no existirían los muchos puestos donde peruanos hoy producen aquí, por ejemplo, fideos, galletas o detergentes.
¿Significa eso que las grandes empresas deben ser apoyadas sin condiciones? No, pues para empezar existen casos criticables de grandes empresas que no cumplen con la formalidad, que evaden impuestos y no respetan las leyes laborales, y que deben ser sancionadas drásticamente. Hay que apoyarlas, pero sin cheques en blanco.
Pero mas importante que eso, ellas mismas deberían ganarse el apoyo ciudadano actuando siempre según lo que dicta la ética y no sólo la ley. Por ejemplo corrigiendo esos productos que, siendo legales, ellas saben que son inadecuados, y no abusando de su fuerza en el libre mercado para colocar precios inconvenientes. Y tambien ayudar a crecer a las pequeñas empresas, porque ellas pueden ser socias que, bien capacitadas, multiplicarian su capacidad de empresarial, y porque un país de muchos ciudadanos prósperos es un país de mejores clientes.
¿Se exagera aquí las ventajas de tener grandes empresas? El lector podría averiguarlo, pidiéndole a cualquier joven que nombre alguna empresa que admire, preguntándole a algún empresario si quiere ser chico o si le gustaria crecer, o a algun sindicalista o activista anti empresa si preferiría que sus hijos consigan empleo en una empresa grande, o en una pequeña. Que tengan una gran semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio