El trabajo de la Sunedu va en la dirección de lo que ya se estaba dando [con el mercado].
El proceso de licenciamiento de universidades es un buen ejemplo de colaboración entre el mercado, las instituciones y las autoridades. Veamos por qué.
Hace un tiempo señalamos aquí que, mientras antes lo importante para las mayorías era tener un título, veíamos que cada vez más los estudiantes y sus padres buscaban que los estudios universitarios dieran habilidades para trabajar, hallar un buen empleo o desarrollar una empresa (“Entrar a la universidad ya no es cosa de locos”. El Comercio 9/1/2017). Así, encontrábamos que las universidades serias empezaban a crecer en preferencia, frente a las que solo ofrecían un ‘cartón’ sin respaldo de conocimientos.
Se estaba dando entonces un caso clásico donde la fuerza del mercado hacía su trabajo natural de selección, potenciando a las mejores instituciones y dificultándoles la vida a las menos buenas. De hecho, ese proceso se intensificó cuando las primeras, de manera voluntaria, buscaron certificaciones internacionales de calidad, no solo para mostrar que eran mejores, sino también para mejorar y hacerse más útiles y preferidas por sus clientes.
¿La intervención de la Sunedu u otras instituciones distorsiona este sistema de selección natural? No, porque los trabajos de licenciamiento van en la dirección de lo que ya se estaba dando: la licencia informal que, con su preferencia, daban a las mejores los padres y los estudiantes. Así, aprobando a las buenas universidades, obligando a mejorar a las menos buenas, y eliminando a las que no pueden serlo, esas instituciones agilizan lo que el mercado quizás haría mucho más lentamente. Y al hacerlo evitan que miles de padres, estudiantes, y finalmente la sociedad, se vean perjudicados por una oferta inadecuada.
Más aun, en los estudios que hacemos en estos procesos para algunas instituciones, observamos que, luego de la inicial incomodidad, casi todas terminan valorando su utilidad. Las mejor organizadas, que al tener menos dificultades para las aprobaciones ven confirmado el valor de su esfuerzo anterior y empiezan a trabajar en mejoras para una diferenciación mayor. Las que no han sido tan aplicadas, que ahora saben en qué deben mejorar, y generalmente hacen esfuerzos genuinos para hacerlo. Y saben que, si deben cerrar facultades o carreras, eso las hará más fuertes para un futuro crecimiento. Y todas son conscientes de que, si se deniegan las licencias a algunas, el público apreciará más el valor de las que sí lo logran.
En fin, más allá de sus muchos aspectos mejorables del proceso, es claro aquí que el trabajo conjunto del Gobierno, de las instituciones y del mercado ayuda a avanzar al país. Que tengan una gran semana.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de ARELLANO y Profesor en Centrum Católica