“Hay muchas economías, dependiendo de lugares, grupos sociales y estilos de vida del país”.
Cómo va la economía peruana? La respuesta a esta pregunta siempre será engañosa, porque hay muchas economías, dependiendo de lugares, grupos sociales y estilos de vida del país. Veamos.
El lector probablemente dirá que no va muy bien, pensando en lo que ocurre en Lima. Olvida que la economía va mucho mejor en Ica y en Trujillo, con su creciente agroindustria de exportación; y peor en la sierra sur, castigada por las trabas a la inversión minera. Cada zona tiene sus variantes.
Por otra parte dirá que el costo de vida es muy alto aunque eventualmente lo comparemos con Estados Unidos que es mucho más caro que el Perú. Sabemos así que, si un menú popular en Nueva York cuesta 12 dólares y uno aquí 4, alguien que gane US$3.000 en la Gran Manzana tiene la misma calidad de vida que un limeño de US$1.000. Lo extraño es que ese mismo criterio casi no se usa para comparar Lima y provincias, y menos los distritos limeños.
De hecho en nuestras consultorías sobre estrategias de precio encontramos que el costo promedio de la mayoría de productos y servicios es mucho menor en Comas, en la periferia, que en el tradicional barrio de San Isidro. Así, los comeños pagan menos de la mitad que los sanisidrinos por colegios para sus hijos, comprar o alquilar vivienda, vestirse a la moda, comer o cortarse el pelo. Y por eso, aunque ganen ‘poco’, su nivel de bienestar no es proporcional a su menor ingreso. Y en el menú de 8 soles en Comas dan yapa.
Y también encontramos que los precios, base de la percepción de la situación económica, tienen connotaciones diferentes según los estilos de vida de las personas. Los formalistas (empleados dependientes y con ingresos fijos) ven por ejemplo la tasa de crédito como un precio fijo a pagar según sus ingresos actuales. Los progresistas (empresarios independientes pequeños o grandes) más bien la evalúan en función de lo que podrían producir de manera incremental con ese préstamo. Y por ello la percepción de si un interés es muy caro o muy barato es totalmente distinta. De hecho, la percepción de estabilidad económica del país depende mucho de la capacidad de las personas para adaptarse a las fluctuaciones. Un formalista se preocupará mucho porque los precios suben y su sueldo no, mientras un progresista sabe que puede (y debe) subir los precios de sus productos o servicios para adaptarse a los cambios del mercado.
Por cierto, si los políticos y empresarios hicieran este análisis en lugar de solo mirar ‘su’ economía, sus decisiones de precios y prioridades de obras serían mucho más acertadas. Porque, más que una economía de país, existen grupos que tienen recursos, necesidades y economías variadas. Que tengan una buena semana.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de ARELLANO y Profesor en Centrum Católica