La reciente nominación de los peruanos como la mejor barra del mundo en fútbol es una muestra más de todo lo que podemos hacer cuando creemos en algo y nos unimos en un objetivo. Y eso, “creérnosla” como decimos en peruano, es algo que deberíamos extender a muchos aspectos de nuestra vida en sociedad, como las empresas y la política. Veamos.
Hoy, con la distancia del tiempo, podemos ver que la participación del Perú en el Mundial de Fútbol de Rusia se logró a pesar de que muchos lo creyeran imposible. Cierto que ayudó el reclamo de Chile contra el equipo boliviano, pero eso no hubiera servido sin que después de una pésima racha, nuestro equipo se empoderara y dejara de perder partidos, y sin que Paolo Guerrero insistiera tercamente en lograr permiso para jugar. Creímos tanto que sí se podía, que fuimos elegidos la barra más entusiasta del mundo. Campeones mundiales en entusiasmo.
Algo similar podemos ver en la economía, donde muchos expertos nos dijeron durante años que no podríamos desarrollarnos porque no tenemos las capacidades necesarias (en fútbol nos dirían que no tenemos el buen biotipo) para crecer. Y la terquedad de millones de peruanos migrantes del campo a la ciudad mostró que estaban equivocados, pues durante años hemos sido el país que más disminuyó la pobreza en el mundo. Campeones mundiales en crecimiento de una nueva clase media.
También nos dijeron, y siguen diciendo, que los recursos naturales no sirven en la economía del mundo virtual de hoy (si Italia no puede llegar a Moscú, imposible que el Perú lo logre, señalarían para el fútbol). Sin embargo, la realidad nos muestra que, con el gran esfuerzo de líderes empresariales que invirtieron en agroindustria, estamos ya entre los campeones del mundo en exportación de paltas, espárragos o arándanos. La prueba de que sí se puede está en las cifras.
Hoy, leyendo a los analistas y escuchando a la calle, vemos frente a las próximas elecciones una situación de derrotismo muy similar a la de antes de la clasificación a Moscú. Pero si en ese caso nos quejábamos solo de los jugadores (el equivalente de los candidatos), hoy nos quejamos también de los hinchas, que no serían capaces de escoger democráticamente.
Quedan aún seis días para esas elecciones que ya muchos vemos como una derrota democrática, y nos quedan dos opciones: tirar la toalla y que todo vaya mal, o reaccionar ahora. Reaccionar activamente, con e-mails, llamadas telefónicas y conversaciones para orientar a votar por el candidato que creamos más capaz y más honesto, para darle mayores opciones de ganar. Como ocurrió con el equipo peruano, que con puro esfuerzo terminó dándonos grandes satisfacciones y hasta un premio FIFA. Sí se puede.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de Arellano y Profesor en Centrum Católica