El 2020 fue un año terrible con el covid19, pero también nos ha dejado algunas cosas buenas, que podemos considerar regalos para la humanidad. Veamos algunos de ellos.
El regalo para el medio ambiente, pues la naturaleza respiró de los atentados que le hacemos, los animales recobraron algo de su ambiente, y los limeños pudimos ver un cielo azul y sin smog.
También el regalo que recibimos de los profesionales de la salud, que expusieron su vida por los demás. Y en contraparte el regalo de ver su prestigio multiplicado, como siempre mereció ser.
El regalo de aprender a cuidarnos unos a otros, con la mascarilla como símbolo del respeto por la salud de los demás. Y si alguien no respetara, la gente comenzó a exigirlo.
Gran avance junto con el presente del crecimiento de la solidaridad, tanto de las familias que aplaudieron a los médicos y dieron raciones a los policías, y de las empresas que repartieron alimentos, oxígeno o camas uci, en ayuda al menos 5 veces superior a la de las empresas norteamericanas en su país. Y otro presente fue que muchas personas, jóvenes y mayores, entraran al terreno digital de manera acelerada. Muchos años de aprendizaje se resumieron en pocos meses.
Pero el regalo más grande es el regreso al hogar, pues las familias debieron juntarse y convivir como nunca en su historia. Y empezó a resultar natural que los padres combinaran su trabajo con el cuidado de los hijos, los hijos jugaran entre hermanos y los hombres cocinaran mientras sus esposas atendían la computadora.
En este “annus horribilis”, podríamos quejarnos de muchas cosas, pero en estos momentos de unión y amistad de nada nos serviría amargarnos la vida, si más bien podemos recordar lo bueno que ocurrió y desearnos todos, con una sonrisa, una muy Feliz Navidad.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio