Entre las muchas percepciones erradas sobre la informalidad, conviene aclarar las siguientes:
1.- Son los más pobres de los pobres: No, en realidad muchos informales independientes ganan más que los formalizados. Y los joyeros o dentistas que no dan factura son tan informales como el ambulante del kiosko.
2.- Son prófugos de la formalidad: No, más bien la mayoría nunca entró a ella, porque sus reglas no se lo permitieron. Tener una enfermera de planta es imposible para un pequeño restaurante.
3.- No pagan impuestos: No pagan impuesto a la renta, aunque sí el IGV en gasolina y consumos. Pero tienen “impuestos” informales, como las coimas de las autoridades, el decomiso de mercaderías, y el costo usurero de los préstamos.
4.- El COVID-19 mostró su gran pobreza: Sufrieron no por ser muy pobres, sino porque su capital está en bienes o mercaderías y al no tener ingresos ni crédito, debieron desobedecer la cuarentena para sustentar su día a día.
5.- Son identificables. Más que negro y blanco, en la informalidad hay una gama de grises. No es 100% informal quien vende libros piratas y paga “sisas” al municipio, ni formal el empleado estatal, que se los compra.
6.- Estaríamos mejor si los eliminamos hoy: A pesar de sus muchos aspectos nocivos, creemos que no. Pero sin duda, estaríamos mucho mejor si la formalidad les fuera más atractiva.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de ARELLANO y Profesor en Centrum Católica
Fuente: El Comercio