El cuasi joven de 65 de hoy tiene necesidades más caras que las de sus abuelos.
¿Por qué las personas deben jubilarse a los 65 años? Hoy que se discute si se puede recuperar el dinero a los 50 o 55, un análisis de ese tema quizá permita entender mejor el gran problema que tienen los pensionistas y todos los fondos de pensiones del mundo. Veamos.
¿Por qué 65 años es la edad de jubilación casi universalmente aceptada? Básicamente, porque esa fue la edad escogida por el gobierno alemán de Otto von Bismarck en 1889, el primero en reconocer el esfuerzo de vida de los trabajadores (inicialmente fue 70). Más que económica, fue una decisión política, ya que siendo 40 años la esperanza de vida promedio, solo la recibía una pequeñísima cantidad de personas. Quizá por eso mismo se difundió en muchos países.
Lo interesante es que 130 años más tarde, cuando el promedio de vida se ha más que duplicado (más de 80 en los países desarrollados y 75 en el Perú) se sigue considerando 65 como la barrera entre trabajo y descanso. Por ello, si antes los fondos de pensiones servían para mantener cómodamente a los pocos que llegaban a 65 (casi equivalente a llegar a 100 años hoy), actualmente el monto debe repartirse entre los muchos que llegan a esa edad (como si Bismarck hubiera dado jubilación a los 35). Eso explica las exiguas sumas que reciben hoy nuestros pobres retirados.
Esa dilución de los montos la corrigen, parcialmente, los fondos privados de pensiones tipo AFP, donde cada quien disfruta de su ahorro individual. Pero es solo una corrección parcial, pues incluso los más disciplinados tienen una calidad de vida esperada muy distinta a la del venerable anciano de 65 de antaño, que quería calma y descanso. El cuasi joven de 65 de hoy, gracias a los avances de la nutrición, la prevención, la tecnología y la medicina tiene una capacidad física y mental inmensamente mayor que la de sus abuelos, y por lo tanto también necesidades más caras y por más tiempo de vida.
Hoy, los ‘sixty-fivers’ quieren viajar en moto, hacer parapente y salir a bailar, como aparece en algunas publicidades. Pero el problema es que, basados en la idea de las necesidades de la edad de jubilación tradicional, y en los análisis hechos cuando empezaron a trabajar 40 años antes, no ahorraron lo suficiente para mantener el nivel de vida que quisieran tener hoy. Ahorraron para la silla mecedora, no para la moto.
¿Cómo solucionar el problema? ¿Es la única solución el aumentar la edad de jubilación? ¿Es posible subir los montos de aporte como las matemáticas señalan? Dejo a los estimados lectores, jóvenes y cuasi jóvenes, la tarea de pensar en soluciones creativas para este impasse, y a escribirme a opinion@arellano.pe para tomarlas en cuenta en una próxima columna. Que tengan una buena semana.
Rolando Arellano Cueva
Presidente de ARELLANO y Profesor en Centrum Católica