El nuevo gobierno debería ver que las condiciones para los movimientos sociales cambian con los tiempos. Que el Perú de hoy no es la Rusia pre-Lenin, ni la Cuba pre-Castro, y ni siquiera la Bolivia de Evo. Veamos.
Mientras que la inmensa mayoría de chinos apoyaba a Mao porque vivía en extrema pobreza, en el 2021 solo uno de cada cuatro peruanos es pobre (el 31% de pobreza del INEI es del 2020). De hecho, nuestro país hoy es también distinto a Bolivia, cuya población en extrema pobreza triplica el porcentaje peruano. No hay aquí por otra parte dictadores crueles y corruptos como los zares de Rusia o el presidente Batista en Cuba. Es vergonzoso tener tantos pobres, pero es claro que la mayoría de peruanos no apoyará a quien busque romper con todo lo avanzado en economía y democracia, como se ve ya en la oposición a una nueva constitución.
Tampoco el Perú de hoy tiene la carne y soya que usaron los Kirschner, ni el petróleo que utilizaron Chávez y Maduro, y Correa (vendiendo ingresos futuros de Ecuador), para dar regalos populistas mientras la población se iba aletargando. Nuestras reservas son amplias pero no como para durar los años que se necesitan para acostumbrar al pueblo a una pérdida de libertad y calidad de vida. En este aspecto, no podrá tener un soporte económico como el que tuvo Cuba de Rusia durante decenios, o el que recibieron Nicaragua y Bolivia de la Venezuela petrolera. Los soportes de antes están quebrados o cambiaron de bando político, siendo más bien probable que Bolivia o similares esperen ayuda peruana, y cortejen hoy al gobierno por eso.
Por cierto no hay en el Perú actual un enemigo externo claro, como el » imperialismo yanqui”, al que culpar de los errores del gobierno, como acostumbra Maduro, pues más bien nuestro inversionista creciente es la China “comunista”. No es claro además que el enemigo interno sean los “Empresarios”, pues la micro empresa es mayoritaria, y la grande es menos de 0.5% del total del sector productivo.
Pero por encima de todo, las redes sociales hacen hoy imposible mantener a la gente en la ignorancia. Hoy permiten que se vean minuto a minuto los abusos que se cometen, facilitan denunciar a la corrupción y hacen evidente la diferencia entre promesas y acciones. Más aún, hacen posible que la población se organice para protestar y oponerse cuando se atenta contra su presente y su futuro, como se ve en Cuba a pesar de la restricción de internet, y se vio aquí en las protestas recientes.
En fin, ojalá el gobierno considere lo anterior al decidir si se enrumba por un camino equivocado y obsoleto. Y los ciudadanos también lo hagan, al decidir cómo actuarán frente a éste. Que tengan una buena semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio