Hay palabras que cuando se entienden mal pueden llevar a decisiones equivocadas. Por ello, más allá de su definición estricta conviene entender lo que ellas implican desde un punto de vista económico y social.
Patrimonio es la riqueza económica de una persona natural o jurídica. Por eso, por justicia social, parecería lógico quitarle 20 millones a quien tiene un patrimonio de 100. Sin embargo, eso podría ser válido si la persona tuviera su riqueza en bóvedas donde disfruta bañándose en billetes, como Rico Mac Pato, pero lo normal es que esté invertida en empresas, industrias o servicios, que generan puestos de trabajo y pagan impuestos. Con 20 millones menos sus dueños no disminuirán su bienestar, pero es probable que deban cerrar algunas empresas y quitar inversiones, perdiéndose puestos de trabajo e impuestos futuros. Por eso los países, más que impuestos al patrimonio, prefieren imponer a las ganancias que este genera.
Utilidad. De manera general es lo que resulta de restar los gastos a los ingresos de una empresa. Pero algunos creen que si la utilidad es 100 y sus propietarios pagan al Estado 30, se gastan el 70 restante en bienestar personal. Por ello dicen que sería justo que se queden con 30 y paguen 70 en impuestos que beneficien a todos. No consideran que las empresas mueren si no invierten permanentemente y que gran parte de esa (re)inversión sale de las ganancias. Si el Estado se llevara 70 habría menos para reinversión y la empresa se estancaría, tendiendo a desaparecer junto con los empleos que genera. Por eso muchos países exoneran de impuestos a las utilidades que se reinvierten; porque más ganan generando empleos que quitándole liquidez a las empresas.
Capital. Con frecuencia el término capital se usa como opuesto al trabajo y por extensión se dice que los capitalistas son enemigos de los trabajadores. No se entiende que quien tiene su dinero debajo del colchón es simplemente rico, y que se convierte en capitalista si invierte ese dinero, creando fuentes de trabajo y crecimiento en el país, Por eso los países serios estimulan la inversión en vez del gasto, es decir, buscan más capitalistas, para generar oportunidades de empleo a los trabajadores. Más que opuestos, trabajadores y capitalistas son complementarios.
Dicho lo anterior debe aclararse que lo usual en el mundo civilizado es que quienes tienen más patrimonio, utilidades o capital paguen más impuestos que el resto. Lo importante no es que eso cambie, sino que cuando se aplique ese precepto de justicia social se consideren todas las implicancias de los conceptos usados, para que la sociedad en su conjunto salga favorecida. Que tengan una buena semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio