Descubrir la corrupción, en realidad marca el comienzo de la solución del problema.
En el hemisferio norte el 24 de diciembre marca el momento en el que las noches, que se alargaban, empiezan a retroceder y dar paso a más horas de sol. Por ello, más allá de su contexto religioso, la Navidad es una fiesta de esperanza y debe ser la ocasión para que las mujeres y hombres de buena voluntad seamos más activos en generar optimismo y mostrarle a la sociedad que es posible que el bien triunfe sobre el mal.
¿Optimismo frente al grave problema de corrupción de nuestros países? Sí, porque el descubrimiento de los malos manejos de Odebrecht, de autoridades y empresas, en realidad marca el comienzo de la solución de esos problemas. El ver, como nunca antes, a ex presidentes, grandes empresarios y autoridades investigados y acusados, muestra que la luz se está empezando a enfrentar a las tinieblas.
¿Buena voluntad ante nuestras autoridades que tienen tanto rechazo? Sí, porque ese rechazo abierto es la evidencia de que existe libertad para expresarse, y que el malestar del pueblo es tomado en cuenta. El referéndum peruano reciente, más allá de si estamos o no de acuerdo con lo que se ha decidido, muestra que la población ya reaccionó ante el crecimiento de la noche y busca cambiar esa tendencia.
¿Esperanza sobre la migración venezolana que genera tanto temor? Sí, porque esa migración abrupta ha humanizado el problema de la dictadura en ese país y ya nadie puede sostenerla aduciendo que es una conspiración internacional de desprestigio. Y también porque, más allá de los miedos, se impuso la solidaridad con los migrantes, mostrando la existencia de una verdadera hermandad latinoamericana.
¿Esperanza con el fútbol y la economía, entre otros problemas? Claro, pues no podemos olvidar que nuestro pésimo fútbol cambió su tendencia, y nos llevó a Rusia planteándonos una nueva esperanza. Y recordar que nuestra economía, a pesar de todos los problemas, termina siendo la de mayor crecimiento de la región, con buenas perspectivas de mediano plazo.
En fin, no se puede negar que los pesimistas tienen buenos argumentos para sus malos augurios, pues al ver que día a día la luz disminuye, dirán que eso es tendencia irreversible. Y como nadie les dice lo contrario, que la luz también triunfa, todos se resignan y no luchan para contrarrestar a las tinieblas.
Por ello, en esta Navidad las personas de buena voluntad como usted, señor lector, podrían hacerle como regalo al país la promesa de poner en evidencia la buena nueva, la de la solidaridad, del crecimiento y de lo positivo que aquí ocurre. Para contrarrestar lo malo que muchos se empeñan en mostrar y señalar que, como cada año, la luz vence a las tinieblas, en nuestros países lo bueno puede también triunfar. ¡Feliz Navidad!
Rolando Arellano Cueva
Presidente de ARELLANO y Profesor en Centrum Católica