Los días de Semana Santa más que sólo recordar lo que sucedió con Jesús hace dos mil años, deben servir de guía para mejorar el presente de la sociedad en diversos aspectos. Ellos pueden por ejemplo servir para reflexionar sobre cómo actuar en temas de democracia. Veamos algunos.
Reflexión para que los ciudadanos no decidan a la ligera a quien van a dar su voto. Que sepan que, si se equivocan al elegir, las consecuencias pueden ser muy graves para todos, y que eso los hace responsables de los delitos que cometan los ineptos o corruptos a los que les dan el poder. Que no suceda aquí algo similar a lo que cuenta la Biblia, que el pueblo de Jerusalén votó por liberar a Barrabás y condenar a muerte al mesías.
Reflexión para los que creen que su obligación es solo votar bien, dejando que todos los demás decidan su voto sin ellos intervenir. Que entiendan que la democracia no es una mano invisible que ilumina a los ciudadanos, sino que precisa de la participación activa de los ciudadanos para defender y difundir la posición política que ellos consideran mejor para todos. Que sepan que los resultados de cualquier elección no solo reflejan su voto individual sino también su esfuerzo por hacer que otros voten como ellos. Que no hacerlo es, en parte, actuar como Poncio Pilatos, que sabiendo que Jesús era inocente, en vez de orientar al pueblo a salvar al nazareno, no hizo nada por guiarlo y dejó que se equivocara.
Reflexión también para los que sueñan con gobernar el país y creen que para ello basta con su atractivo personal aplicado a ganar la elección. Aquellos que no ven que su simpatía para atraer votantes no le servirá de mucho al momento de gobernar y que, por ello, desde el inicio deben rodearse de colaboradores serios y capaces, dispuestos a trabajar para cumplir lo que prometieron en campaña. Que incluso el hijo de Dios supo que para que su doctrina crezca y se difunda debía formar un equipo capaz y motivado, y empezó su trabajo reclutando a12 apóstoles.
Pero por encima de todo, la reflexión mayor de Semana Santa debe ser que las crisis son la oportunidad para avanzar. Que los graves problemas sociales que están ocurriendo en nuestros países, en lugar de generar pesimismo y resignación deben ser el estímulo para grandes cambios generados por los mismos ciudadanos. Que los cristianos no olviden que el evento más grave posible de sus creencias, la muerte del hijo de Dios fue el inicio de una iglesia que se hizo cada vez más fuerte. Y que, cristianos o no, la pascua del hemisferio norte, con sus conejos y huevos de chocolate, celebra el fin del frío del invierno y la llegada de la primavera, donde vuelve a florecer la naturaleza. Les deseo una Semana Santa de mucha reflexión.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica