Debido al proceso de maduración poblacional hoy tenemos la mejor distribución de edades de toda nuestra historia, la de una mayoría de jóvenes en su momento de mayor fuerza laboral e intelectual. Esta es una oportunidad que no debemos desaprovechar. Veamos.
Durante casi toda nuestra historia la mayoría de la población peruana fueron niños y adolescentes, que demandaban ser mantenidos por los menos numerosos adultos productivos. Pocos debían trabajar para mantener a muchos. Ya a comienzos del siglo XXI, la disminución rápida del número de hijos por familia hizo que la distribución del esfuerzo sea más equitativa, pues empezó a crecer la población adolescente, que era menos dependiente del trabajo de los mayores. Sin embargo este grupo poblacional aún demandaba universidades e institutos para prepararse para la vida productiva.
Esa misma velocidad decreciente de la población nos ha llevado hoy a una situación donde las franjas poblacionales más grandes son las de los peruanos (y peruanas, valga la aclaración no por el llamado lenguaje inclusivo, sino para mostrar que ambos sexos están en igual proporción) entre 25 y 35 años. Como en el rombo social que se dio con el crecimiento de las clases medias peruanas, también en la demografía la estructura de edades pasó de ser una pirámide de muchos niños y pocos mayores, a un rombo donde la parte más ancha está en los adultos jóvenes. Por unos cuantos años tendremos la estructura ideal de pocos mayores dependientes, muchos adultos productivos y una cantidad razonable de niños para relevo futuro.
¿Qué implicancias tiene esta situación? Por el lado pesimista, ella implica un gran influjo de personas al mercado de trabajo, que de no encontrar ocupación adecuada van a incubar un inmenso descontento. Serían millones de ciudadanos frustrados por no poder aplicar toda su fuerza y su capacidad. Pero por el lado positivo, al tener a nuestra población en su mayor capacidad productiva, podría lograrse un gran crecimiento si se dieran las oportunidades para que millones de jóvenes en su mejor momento de vida se dediquen al trabajo físico e intelectual.
Felizmente, si no hubiera ayuda estatal siempre tendremos la válvula de escape de ser el país con mayor número de empresas por persona en el mundo, que crean sus fuentes de trabajo en vez de esperar ayuda que no llega. Pero si esta inmensa fuerza poblacional y emprendedora se potenciara con un gobierno orientado a generar oportunidades para todos, podrían augurarse muchos años de gran crecimiento para el país.
Aprovechar esta ventaja única, y temporal, es una razón más para votar responsablemente en las elecciones próximas. Que tengan una buena semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
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