Como marketeros vemos al país como una empresa, y sabemos que tenemos una serie de productos turísticos, que cumplen el requisito de ofrecer atributos diferentes y relevantes, pero que no estamos aprovechando completamente. Por ejemplo: restos arqueológicos de una de las culturas más importantes de la historia de la humanidad, una selva que tiene zonas vírgenes reservadas con paisajes y vida animal en su estado natural y una costa norte que tiene sol todo el año y una gastronomía tan sabrosa como variada.
Cuando en nuestro rol de orgullosos accionistas de esta empresa analizamos porque estos productos no nos están redituando todo lo que pensamos que pueden hacer, identificamos que hay varias razones, a continuación dos de ellas:
• Descuido en la presentación de los productos por negligencia o falta de presupuesto. Pero, increíblemente, cuando se nos han acercado interesados en gestionar estos productos para aumentar los ingresos, respetando su integridad, la gerencia de nuestra empresa, nuestros gobernantes, los rechazan pues tienen miedo que no sepan manejarlos.
• Dispersión de los pocos recursos que tiene la empresa para promocionar sus productos. Nuestra gerencia trata de vender simultáneamente varios de nuestros productos, a todo tipo de púbico. Lo lógico sería adoptar una estrategia más realista y concentrar nuestros escasos recursos en uno o dos productos, y dirigir nuestras acciones promocionales en uno o dos segmentos del público objetivo.
Hoy el turismo está entre las cinco actividades que más divisas nos generan, y además genera más trabajo que la minería o la industria manufacturera, pero no recuerdo ningún político o candidato a cargo público, los gerentes de nuestra empresa, que lo tomen como una bandera de su propuesta al país. Por eso, nosotros los peruanos y especialmente los marketeros nos preguntamos, ¿el turismo para cuándo?
Arnaldo Aguirre
Consultor Asociado de ARELLANO