En los últimos tiempos millones de jóvenes emprendedores en el mundo, entusiasmados por el inmenso valor que rápidamente adquirieron empresas como Google, Facebook o Amazon, buscaron crear sus nuevos unicornios, animales mágicos que los harían ricos de la noche a la mañana. Hoy, como ocurrió con la burbuja de los puntocom, los problemas de empresas emblemáticas como Airbnb o Uber les muestran que quizás ese no es el mejor camino.
Empiezan a ver así que sus grandes héroes surgieron por su esfuerzo de muchos años y problemas, como Steve Jobs que fue despedido de su empresa y fracasó estrepitosamente con la computadora Lisa. También ven que con frecuencia más que de las utilidades que generan, el valor de muchos startups depende del entusiasmo muy variable de sus inversionistas. Solo eso explica que empresas como Uber valgan 80 o más veces su utilidad anual mientras un gran banco vale 5 a 10 veces la misma, o que el valor de Facebook descienda 20% en el 2022 y suba 50% al año siguiente. Y ven también que no todos los éxitos vienen de lo que parece, pues por ejemplo la utilidad de Amazon viene más de la publicidad en su web más que de la venta de productos que es su actividad supuestamente central. Empiezan a ver además que, como en un gran iceberg, debajo de las empresas cuyos éxitos los entusiasman, hay cientos de miles que, como la suya, nunca pudieron dar el paso para crecer. Observan, por ejemplo, que detrás de esas 1 o 2 fintechs peruanas que admiran, hay 50 o más startups similares, que se quedaron en la sombra.
¿No deberían entonces generarse más startups tecnológicos? Al contrario, pues en todos los sectores nuevos es natural que haya varios competidores y que sólo algunos destaquen. Pero se debe evitar que sus promotores piensen que el éxito es fácilmente alcanzable y no exige muchos recursos. Por eso, pensando en incrementar su ratio de éxito, deben saber que la inspiración no puede reemplazar el análisis serio y cuidadoso de lo que necesita el mercado. Que no solo se trata de inventar un buen producto o servicio, sino también de estar seguros de que se podrá defenderlo de copias y ataques de la competencia. Que comenzar pequeño y crecer de a pocos no es malo per se, pues permite conservar propiedad y ayuda a gastar el capital con mesura. Que para el éxito empresarial nada reemplaza al esfuerzo serio, reflexivo y constante. En fin, que mejor que buscar caballos con patas de antílope, piel de cabra, alas de águila y un gran cuerno en la frente, piensen en conseguir camellos, animales capaces de soportar el calor y caminar grandes distancias con sus propios recursos. No tan atractivos como los unicornios, pero reales. Que tengan una gran semana.
Rolando Arellano C.
Presidente de ARELLANO y profesor en Centrum Católica
Artículo completo en El Comercio